Los signos comunes que podrías experimentar son:
- Tu visión parece nublada, borrosa o turbia, como si estuvieras mirando a través de una ventana sucia o manchada.
- Parpadeas o entornas los ojos con más frecuencia para mejorar el enfoque.
- Has desarrollado visión doble en el ojo.
- Con frecuencia experimentas cambios en las gafas o las lentes de contacto graduadas.
- Ves halos alrededor de luces como las de los faros, la luz solar o las lámparas.
- No ves los colores tan brillantes como antes, ya que los colores aparecen decolorados o amarillentos, y te resulta difícil diferenciar entre colores pertenecientes a la misma familia de colores, como el púrpura y el azul.
- Tu sensibilidad al resplandor y a la luz han aumentado; por ejemplo, cuando se aproximan los faros de un coche mientras conduces por la noche.
- Ahora necesitas una luz más brillante para las actividades en interiores, como la lectura.
- Observas una película gris o blanquecina sobre tus ojos cuando te miras en el espejo.